sábado, marzo 16, 2013

El caso del tatuaje

Erase una vez un chico que quería hacerse un tatuaje, era terriblemente atractivo y sabía más cosas de las que se permitía admitir acerca de todo.

Un buen día ese chico, llamémoslo Juandi, tuvo una terrible revelación en el transcurso de una ducha larga, una de esas duchas que dejan el piso sin agua caliente y que minan la amistad:

Tenía que matar a Bill. 

Vale no, en realidad lo que pasó es que supo qué tatuaje era el suyo, la clase de marca que definía su vida de principio a fin. Y así, Juandi dejó de joder a sus amigos con el tema y todos fueron felices.

Posteriormente, nuestro héroe sería herido de gravedad luchando a espada con un ornitorrinco ninja camuflado de mujer de belleza incomparable, que se ganó la confianza de nuestro héroe a fuerza de escotes y piernas interminables. Pero esa, es otra historia.

Un beso fuckers.


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