martes, septiembre 17, 2013

No voy al Starbucks a escribir, eso es de inútiles

El tema de la novela va viento en popa, ya llevo unos cincos capítulos consensuados con mi "editor" (podemos llamarlo así ya que es su profesión al fin y al cabo). No puedo publicar nada aquí por razones obvias, pero según me dice la gente que lo ha leído está bastante bien para ser una novela debut y para el tiempo que llevo escribiendo en serio.

En lo que coinciden todos es en que soy un vago de lo peor y que debería ir más rápido pero es que no entienden mi arte (ya hablo como un puto encumbrado). No se ir más rápido, mi proceso creativo es un poco jodido ya que mi mente está así también, mente Diógenes, solo me falta vivir en un barril para ser completamente como mi tótem filosófico.

Si os puedo adelantar algo de lo que estoy escribiendo, es simplemente que trata sobre los sueños, la naturaleza humana y las decisiones que pese a no estar en nuestra mano, influyen notoriamente en todo lo que nos rodea. De entrada está orientada también al público juvenil, aunque supongo que acabarán todos muy traumatizados. No quiero dar más detalles ya que la trama tiene bastantes giros de los que me gustan, además así la compráis y la leéis, qué coño. 

Es curioso el mundo del escritor, puedes estar haciendo algo totalmente entrañable y sin maldad, pero a la vez estar pensando en la mejor manera de expresar el dolor de una mutilación. Festival a todas horas.

No os sintáis excluidos, ni siquiera comparto los detalles de lo que estoy escribiendo con mi pareja, aquí el único que lee algo es mi editor, que es muy cansino. Si tú, cansino.

Ahora, como soy buena persona, os voy a dejar una canción bonita para que me améis:


Cremita.

jueves, septiembre 12, 2013

martes, septiembre 03, 2013

Catalizador

Si algo no deja de asombrarme es la mente humana, tiene unos procesos que son la leche. Es bastante alucinante como algo que te quita el sueño puede pasar de ser un problema a algo trivial de un plumazo.

A ver, esto depende de cada uno, igual lo que para mí es algo sin la más mínima importancia para otro es su muerte y viceversa.  De todas maneras, algo que es común en este caso es que se necesita de un catalizador para que la mente actúe y entierre las cosas bajo capas de indiferencia sana.

Un suceso doloroso, una mentira, un cambio de aires o una hostia a tiempo son ese tipo de catalizadores de los que os hablo. Activan la mente para seguir adelante y dejar atrás las malas experiencias o la culpabilidad sin sentido que nos puede llegar a nublar un poco el día a día.

Así que gente que leéis mi blog, los que me amáis, los que nunca comentáis o que simplemente me odiáis por ser mejor que vosotros… Yo os digo esto:

Enfrentad vuestros problemas, hurgad en la herida hasta que no podáis soportarlo más, id a que os peguen esa hostia que os merecéis desde hace tiempo y algo hará “clic” en vuestra cabeza, luego solo tenéis que volver a casa.


Después os ponéis esta canción y me mandáis besos, que me lo merezco todo.




miércoles, julio 17, 2013

El monstruo sin nombre


Hace mucho, mucho tiempo, en un país muy lejano vivía un monstruo sin nombre. El monstruo deseaba un nombre. Y lo deseaba tanto que apenas podía pensar en nada más. Un día el monstruo emprendió un viaje para buscar el nombre que tanto anhelaba. Pero el mundo es demasiado grande. Y por ello el monstruo decidió dividirse en dos. Una mitad se fue al este. Y la otra, hacia el oeste.

La mitad del monstruo que había ido al este encontró pronto una aldea
- Oye herrero, quiero que me des tu nombre -lanzó el monstruo
- ¿Pero qué tonterías dices? No piendo dartelo -replicó el herrero, incrédulo.
- Si me das tu nombre, me introduciré en tu cuerpo y te otorgaré toda la fuerza que te falta -prometió el monstruo.
- ¿En serio? Bueno, pues si de veras vas a hacerme más fuerte, adelante es tuyo- respondió el herrero.
Entonces el monstruo se introdujo en el cuerpo del hombre.
A partir de ese momente el monstruo se convirtió en Otto el herrero.
Otto era el más fuerte de la aldea, sin embargo un día…
- Mírame… mírame… ¡Mira qué grande se ha hecho el monstruo en mi interior!
Grush, grush, ñam, ñam, gruupmf, grumpf..¡plaf!
El monstruo que tenía mucha hambre se había ido comiendo al herrero hasta acabar con él. Y así fue cómo se quedó otra vez sin nombre.


Al poco tiempo, lo intentó con un zapatero llamado Hans.
Grush, grush, ñam, ñam, gruupmf, grumpf..¡plaf!
Al comérselo volvió a quedarse sin nombre.
Lo intentó también con un cazador llamado Thomas, pero…
Grush, grush, ñam, ñam, gruupmf, grumpf..¡plaf!
Como era de esperar se lo comió también y volvió a quedarse sin nombre.


Al final, el monstruo decidió buscar un nombre en el interior del castillo.
- Si me das tu nombre, pequeño, yo te haré tan fuerte como un roble -le dijo el monstruo al príncipe del castillo.
- Si logras que me recupere y me hace un niño sano y fuerte, mi nombre es tuyo -replicó el príncipe enfermo.
Y así fue cómo el monstruo se introdujo en el interior del príncipe.
Y éste se curó milagrosamente.
El Rey estaba de lo más contento.
- ¡El príncipe se ha curado! ¡El príncipe se ha curado! -se regocijaron todos.
Al monstruo le gustó el nombre dle príncipe. Y la vida en el castillo le gustó también. Por eso, y aunque se moría de hambre, hizo esfuerzos por contenerse.
Un día tras otro, cuando le acechaba el hambre se contenía y esperaba paciente a que pasara.
Pero un día el hambre era tan acuciante que el monstruo no pudo más…
- Mírame… mírame… ¡Mira qué grande se ha hecho el monstruo en mi interior!
Y entonces se comió al Rey y a toda la corte de una sentada.
Grush, grush, ñam, ñam, gruupmf, grumpf..¡plaf!


Un día el principito huérfano se encontró a la mitad del monstruo que había ido hacia el oeste.
- Ya tengo nombre. ¿Sabes? Un nombre muy bonito.
El monstruo que había ido hacia el oeste le dijo:
- ¿Para qué sirve un nombre? Sin nombre también se puede ser feliz. Mírame a mí, soy un monstruo sin nombre.
Y entonces el príncipe se comió al monstruo del oeste. Pero se sintió muy, muy triste:
Cuando por fin había conseguido un nombre…
- …no queda nadie que me llame para recordármelo… con lo bonito que es mi nombre… Johan..



Emil Sebe



Espero que sepáis apreciar el trasfondo de esta historia, la base de la trama del manga Monster de Naoki Urasawa y del escritor ficticio Emil Sebe.
Este cuento y las demás obras de este autor y sus pseudónimos podrían haber sido perfectamente otras de esas obras supuestamente para niños que esconden tramas psicológicas muchos más complejas como Alicia en el País de las Maravillas y su secuela, o incluso Peter Pan.

Iré poniendo más cuentos de este tipo ya que sinceramente me parecen sublimes, aunque dudo seriamente el hecho de trabajar en clase historias de este tipo.

jueves, julio 11, 2013

sábado, junio 15, 2013

La felicidad es...

esto:


Yo que siempre fui algo acojonado con el survival horror y me lo estoy pasando como un enano.

Gracias por motivarme, un motivado sin motivación no se motiva.

sábado, junio 01, 2013

Viaje

Me encanta viajar, preparar la maleta y mirar atrás cuando te alejas de casa hacia la total incertidumbre. Es un viaje del que vamos a volver pero es posible que una parte de nosotros quede en ese lugar.


No hay pistas, a la vuelta ya si eso.

miércoles, mayo 29, 2013

Música para molar fuerte I

Estamos todo el día cantándola y bailándola, el manicomio anda cerca.



Si no os gusta no tenéis ningún sentido del gusto, fuera de mi blog.


Las cosas más hermosas de la vida

Si tengo que decir tres cosas que me gustan de la vida supongo que serían las siguientes:

1. Tener curiosidad por todo, que esa curiosidad se traduzca en viajar mucho y ver mundo. Compartirlo todo con alguien con una curiosidad aún mayor que la tuya.

2. Que aunque el mundo se caiga a pedazos y no quede esperanza para el ser humano, siempre haya una persona que me haga ver el lado bueno de las cosas. El típico "yo mataré monstruos por ti" pero aplicado a cualquier cosa.

3. El sexo mañanero en la modalidad de antes de abrir los ojos, más difícil pero con mucho encanto. Una vez que lo pruebas se convertirá en hábito, la clave es acompañarlo de la ducha combo mañanera con double kill incluida y ahorro. Imprescindible tener unos compañeros de piso comprensivos, por los gritos y eso.

Ya está, tres puntos muy poco concretos, teniendo estas tres cosas la vida puede ser maravillosa. Además son gratis, ir a Escocia o Canadá puede costar dinero pero también vale un viaje a Cuenca siempre que lo compartas con la persona adecuada, incluso un viaje a tirar la basura puede ser maravilloso.

Toma canción de amor.

sábado, mayo 25, 2013

Una de risas

A sonreír, que la vida son dos días y ya estáis viejos.


No es que me gusten demasiado los gatos si los comparamos con los perros, pero hay que ver los graciosos que son los jodíos.

Entrad en Akihabara Station, que la estamos liando fuerte.

miércoles, mayo 01, 2013

La operación del oso de peluche

Algo como esto solo puede ser considerado como arte. Verdaderamente increíble y bonito a su manera, genial.

lunes, abril 29, 2013

Sueño

Joder, no puedo dormir. Estoy rollo infiltrado en mi propia cama, manda cojones así que miro estas cosas con los cascos para no despertar a nadie, rollo mal todo.



Siempre quise una bandana de estas que dijese "Ninja". La quiero, me la pongo por casa, jurado.

jueves, abril 25, 2013

jueves, abril 18, 2013

Darse bombo es fácil si sabes cómo

Os ordeno que visitéis El Skeever Travieso y Akihabara Station.

La primera la rijo yo con mano de hierro y nada de escrúpulos y en la segunda colaboro haciendo uso de mis poderes (me quito las gafas y ya está, nadie sabe mi identidad secreta).

Ahora, un tema musical para que os motivéis. Son casi las diez de la mañana y ya estamos aquí que parece esto una rave dándolo todo, en casa del herrero... Mm no sé, tetas:


lunes, abril 15, 2013

El mejor video de Internet



JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.

 Casi me desmayo por esta mierda, me quedé sin aire.

El advenimiento de Shepard el erizo

En serio, ¿qué pasa con los erizos?

¿No puedo tener uno? Me da igual, el erizo se queda y lo amaréis como me amáis a mi.

No voy a pasearlo con una correa porque eso es muy hipster/gayer. Mi erizo es libre como el viento, de hecho se da un aire al cantante de Medina Azahara.

Shepard es más guapo, dónde va a parar.

jueves, abril 04, 2013

El pueblo de los gatos

Os pongo un fragmento de 1Q84, una obra del escritor japonés Haruki Murakami: 

El pueblo de los gatos

El joven viajaba solo, a su gusto, con una única maleta como equipaje. No tenía un destino. Se subía al tren, viajaba y, cuando encontraba un lugar que le atraía, se bajaba. 
Buscaba alojamiento, visitaba el pueblo y permanecía allí cuanto quería. Si se hartaba, volvía a subirse al tren. Así era como pasaba siempre sus vacaciones. Desde la ventana del tren se veía un hermoso río serpenteante, a lo largo del cual se extendían elegantes colinas verdes. En la falda de aquellas colinas había un pueblecillo en el que se respiraba un ambiente de calma. Tenía un viejo puente de piedra. Aquel paisaje lo cautivó. Allí quizá podría probar deliciosos platos de trucha de arroyo. Cuando el tren se detuvo en la estación, el joven se bajó con su maleta. Ningún otro pasajero se bajó allí. El tren partió inmediatamente después de que se hubiera bajado. En la estación no había empleados. Debía ser una estación poco transitada.
El joven atravesó el puente de piedra y caminó hasta el pueblo. Estaba completamente en silencio. No se veía a nadie. Todos los comercios tenían las persianas bajadas y en el ayuntamiento no había ni un alma. En la recepción del único hotel del pueblo tampoco había nadie. Llamó al timbre, pero nadie acudió. Parecía un pueblo deshabitado. A lo mejor todos estaban durmiendo. Pero todavía eran las diez y media de la mañana. Demasiado temprano para echar una siesta. O quizá, por algún motivo, la gente había abandonado el pueblo y se había marchado. En cualquier caso, hasta la mañana siguiente no llegaría el próximo tren, así que no le quedaba más remedio que pasar allí la noche. Para matar el tiempo, se paseó por el pueblo sin rumbo fijo. Pero en realidad aquél era el pueblo de los gatos. Cuando el sol se ponía, numerosos gatos atravesaban el puente de piedra y acudían a la ciudad. Gatos de diferentes tamaños y diferentes especies. Aunque más grandes que un gato normal, seguían siendo gatos. 
Sorprendido al ver aquello, el joven subió deprisa al campanario que había en medio del pueblo y se escondió. Como si fuera algo rutinario, los gatos abrieron las persianas de las tiendas, o se sentaron delante de los escritorios del ayuntamiento, y cada uno empezó su trabajo. Al cabo de un rato, un grupo aún más numeroso de gatos atravesó el puente y fue a la ciudad. Unos entraban en los comercios y hacían las compras, iban al ayuntamiento y despachaban papeleo burocrático o comían en el restaurante del hotel. Otros bebían cerveza en las tabernas y cantaban alegres canciones gatunas. Unos tocaban el acordeón y otros bailaban al compás. Al poseer visión nocturna, apenas necesitaban luz, pero gracias a que aquella noche la luna llena iluminaba hasta el último rincón del pueblo, el joven pudo observarlo todo desde lo alto del campanario. Cerca del amanecer, los gatos cerraron las tiendas, ultimaron sus respectivos trabajos y ocupaciones y fueron regresando a su lugar de origen atravesando el puente. Al amanecer los gatos ya se habían ido y el pueblo se había quedado desierto de nuevo, entonces el joven bajó, se metió en una cama del hotel y durmió cuanto quiso. Cuando tuvo hambre, se comió el pan y el pescado que habían sobrado en la cocina del hotel. Luego, cuando a su alrededor todo empezó a oscurecer, volvió a esconderse en lo alto del campanario y observó hasta el albor el comportamiento de los gatos. 
El tren paraba en la estación antes del mediodía y antes del atardecer. Si se subía en el de la mañana, podría continuar su viaje, y si se subía en el de la tarde, podría regresar al lugar del que procedía. Ningún pasajero se bajaba ni nadie tomaba el tren en aquella estación. Y sin embargo el ferrocarril siempre se detenía cumplidamente y partía un minuto después. Por lo tanto, si así lo deseara, podría subirse al tren y abandonar el pueblo de los gatos en cualquier momento. Pero no quiso. Era joven, sentía una profunda curiosidad y estaba lleno de ambición y de ganas de vivir aventuras. Deseaba seguir observando aquel enigmático pueblo de los gatos. Quería saber, si era posible, desde cuándo habían ocupado los gatos aquel lugar, cómo funcionaba el pueblo y qué demonios hacían ahí aquellos animales. Nadie más, aparte de él, debía haber sido testigo de aquel misterioso espectáculo. 
A la tercera noche, se armó cierto revuelo en la plaza que había bajo el campanario. «¿Qué es eso ¿No huelen a humano?», dijo uno de los gatos. «Pues ahora que lo decís, últimamente tengo la impresión de que huele raro», asintió olfateando uno de ellos. «La verdad es que yo también lo he notado», añadió otro. «¡Qué raro! Porque no creo que haya venido ningún ser humano», comentó otro de los gatos. «Si, tienes razón. No es posible que un ser humano haya entrado en el pueblo de los gatos». «Pero no cabe duda de que huele a uno de ellos.» Los gatos formaron varios grupos e inspeccionaron hasta el último rincón del pueblo, como una patrulla vecinal. Cuando se lo toman en serio, los gatos tienen un olfato excelente. No tardaron mucho en darse cuenta de que el olor procedía de lo alto del campanario. El joven oía cómo sus blandas patas subían ágilmente por las escaleras del campanario. «¡Esto es el fin!», pensó. Los gatos parecían muy excitados y enfadados por el olor a humano. Tenían las uñas grandes y agudas y los dientes blancos y afilados. Además, aquel era un pueblo en el que los seres humanos no debían adentrarse. No sabía qué suerte le esperaría cuando lo encontraran, pero no creía que fueran a permitirle irse de allí habiendo descubierto el secreto. Tres de los gatos subieron hasta el campanario y se pusieron a olfatear. «¡Qué extraño!», dijo uno sacudiendo sus largos bigotes. «Aunque huele a humano, no hay nadie». «¡Sí que es raro», comentó otro. «En todo caso, aquí no hay nadie. Busquemos en otra parte».«¡Esto es de locos!». Movieron extrañados la cabeza y se fueron. Los gatos bajaron las escaleras sin hacer ruido y se esfumaron en medio de la oscuridad nocturna. El joven soltó un suspiro de alivio; a él también le parecía de locos. Los gatos y él habían estado literalmente a un palmo de distancia en un lugar angosto. No habría podido escaparse. Y sin embargo, parecían no haberlo visto. El joven examinó sus manos. «Las estoy viendo. No me he vuelto invisible. ¡Qué raro! En cualquier caso, por la mañana iré hasta la estación y me marcharé de este pueblo en el primer tren. Quedarme aquí es demasiado peligroso. La suerte no puede durar siempre». 
Pero al día siguiente, el tren de la mañana no se detuvo en la estación. Pasó delante de sus ojos sin disminuir siquiera la velocidad. Lo mismo ocurrió con el tren de la tarde. Se veía al conductor en su asiento y los rostros de los pasajeros al lado de las ventanillas. Pero el tren no dio señales de que fuera a pararse. Era como si la silueta del joven que esperaba el tren no se reflejara en los ojos de la gente. O como si fuera la estación la que no se reflejara. Cuando el tren de la tarde desapareció a lo lejos, a su alrededor se hizo un silencio absoluto, como nunca antes había sentido. Entonces, el sol empezó a ponerse. «Va siendo hora de que los gatos aparezcan.» El joven supo que se había perdido. «Este no es el pueblo de los gatos», se dio cuenta al fin. Aquel era el lugar en el que debía perderse. Un lugar ajeno a este mundo que habían dispuesto para él. Y el tren jamás volvería a detenerse en aquella estación para llevarlo a su mundo de origen.

Para mi todos tenemos nuestro propio pueblo de los gatos, un lugar al que nadie puede entrar, una parcela del mundo donde nadie tiene permitido husmear y de la que al principio queremos huir como si estuviésemos quemándonos. Todo por la extrañeza de que algo así exista.

Mucha gente aún no ha estado en el suyo o tal vez no lo descubran nunca, pero lo que es seguro es que te cambia y no tiene que ser necesariamente un lugar, últimamente tengo la certeza de que también puede ser una persona. Alguien que está puesto en el mundo para ti, con la especial capacidad de hacerte perder la noción de la realidad y de los problemas.

Tengo la suerte de tener dos pueblos de los gatos y hace tiempo que dejé de esperar el tren.




sábado, marzo 16, 2013

El caso del tatuaje

Erase una vez un chico que quería hacerse un tatuaje, era terriblemente atractivo y sabía más cosas de las que se permitía admitir acerca de todo.

Un buen día ese chico, llamémoslo Juandi, tuvo una terrible revelación en el transcurso de una ducha larga, una de esas duchas que dejan el piso sin agua caliente y que minan la amistad:

Tenía que matar a Bill. 

Vale no, en realidad lo que pasó es que supo qué tatuaje era el suyo, la clase de marca que definía su vida de principio a fin. Y así, Juandi dejó de joder a sus amigos con el tema y todos fueron felices.

Posteriormente, nuestro héroe sería herido de gravedad luchando a espada con un ornitorrinco ninja camuflado de mujer de belleza incomparable, que se ganó la confianza de nuestro héroe a fuerza de escotes y piernas interminables. Pero esa, es otra historia.

Un beso fuckers.


The Internet is fucking awesome. 

domingo, marzo 10, 2013

She's the danger

Indirectas everywhere:

¿Quién es esa Lara Croft y por qué pasas tanto tiempo con ella? ¿Eh, eh, eh?



¿Eh, eh, eh, eh? 


XD

miércoles, marzo 06, 2013

Otacon, esto no es una clase de matemáticas

Me aburro, escribo esto por esa razón.

Vale, en realidad es porque cierta persona está jugando al Ni No Kuni: La Ira de la Bruja Blanca delante de mi y mientras escribo esto no estoy mirando la pantalla y spoileándome (básicamente es la historia de Marco versión Ghibli, con amor y amistad por un tubo).

Las despedidas solo son anuladas por los reencuentros, no puedo escribir cosas personales en el blog en el que colaboro ni en ningún otro, supongo que el lugar adecuado es este. Aquí es donde está todo, tanto lo bueno como lo malo (lo peor es al principio, luego va mejorando la ortografía y todo sale a pedir de Milhouse). Venga, que voy:

Por fin me gusta conducir y soy alucinante al volante (pareado). Vale que solo cojo el coche para viajes largos, vale que no tengo un Ford Fiesta pero joder, por primera vez estoy cómodo. Aún así, le debo mucho al transporte público, yo diría que mis futuros hijos le deben mucho al transporte público. Si algún día algún hijo mío llega a Presidente del Mundo, líder de la resistencia contra las máquinas u otro cargo similar, le obligaré a pronunciar un discurso de duración moderada dándole las gracias al "ente" de los transportes públicos, ya que sin él probablemente no habría podido nacer y el mundo habría quedado a merced de vete tu a saber qué seres maléficos con múltiples tentáculos.

Lo de divagar no lo he perdido. Es más, según dicen es mi rasgo más atractivo después de la habilidad de saber cosas que no me corresponden y las ojeras (esto último lo escribo contra mi voluntad bajo pena de hostia fina).

He pasado de creer en las casualidades a no hacerlo, para después volver a creer en ellas fervientemente como si de una película Disney se tratase. Las personas tendemos a creer en lo que necesitamos en cada momento, por eso el hombre ha inventado dioses a lo largo de milenios.

Hablando de dioses, mi nuevo Dios es un té que venden en la tienda de té más chunga y escondida de la ciudad. Solo con ir allí he mejorado mi sentido de la orientación y mi percepción espacial como si entrenase en una sala especial en la que un día normal equivaliese a un año dentro (si, chiste de Dragon Ball, superior a mis fuerzas).

Tengo unos amigos que no me los merezco, aunque casi ninguno de ellos vaya a leer esta mierda, solo puedo agradecerles el aguante que han tenido conmigo y con mis idioteces hasta que le han podido pasar el testigo a otra persona más cualificada para tratar mi enfermedad mental no diagnosticada. Os habéis adaptado muy bien a mi viaje de ida y vuelta de la adolescencia, posterior madurez y asentamiento en mundo de fantasía de veinteañero. Supongo que podría decirle a mi futuro hijo que os enchufase de vicepresidentes ejecutivos o de oficiales del ejercito de resistencia contra las máquinas, el futuro es incierto.

Parece que es hora de dormir o lo lamentaré, pero antes os voy a comentar algo curioso:

La expresión en inglés "mad as a hatter", en español "loco como un sombrerero", viene de que en los siglos 18 y 19 la fabricación de sombreros implicaba estar continuamente expuesto a mercurio. El hecho de convivir con este elemento, hacía que debido a su toxicidad los sombrereros y los trabajadores de las fábricas de sombreros acabasen envenenados por el mercurio, cuyo síntoma eran la demencia. La expresión se hizo popular para denominar a los locos en la época.

Como bien habréis enlazado si sois personas de bien, el Sombrerero Loco de Alicia en el País de las Maravillas está basado en hechos reales, bueno, más o menos. Esto es una de las muchas anécdotas que puede uno descubrir siendo traductor, hay otras que te quedas con el culo aún más torcido.

Por cierto, el otro día leí que Lewis Carrol era uno de los sospechosos de ser Jack el Destripador. Buscadlo si no me creéis.

Igual escribo algo como no escribo nunca más, tendréis que quedaros con la duda.

Los fabricantes de relojes también sufrían de envenenamiento por mercurio, así como dato.