Mi problema siempre ha sido que he desconfiado de las cosas triviales de la vida, como ir por tal o cual callejón o quedar con tal o cual persona. Es en las cosas serias, las cosas que pueden llegar a ser algo importante, cuando me confío. Crasso error.
No os confíes, sed cabrones, nadie va a dar un duro por vosotros llegado el momento. Nadie salvo los amigos de verdad, que se cuentan como las Claymores fuertes, en números de un dígito.
Mi consejo es: Cuída a la familia y amigos de verdad, con los demás compórtate como un cabrón absoluto y desalmado.
¡A chuparla!