sábado, marzo 16, 2013

El caso del tatuaje

Erase una vez un chico que quería hacerse un tatuaje, era terriblemente atractivo y sabía más cosas de las que se permitía admitir acerca de todo.

Un buen día ese chico, llamémoslo Juandi, tuvo una terrible revelación en el transcurso de una ducha larga, una de esas duchas que dejan el piso sin agua caliente y que minan la amistad:

Tenía que matar a Bill. 

Vale no, en realidad lo que pasó es que supo qué tatuaje era el suyo, la clase de marca que definía su vida de principio a fin. Y así, Juandi dejó de joder a sus amigos con el tema y todos fueron felices.

Posteriormente, nuestro héroe sería herido de gravedad luchando a espada con un ornitorrinco ninja camuflado de mujer de belleza incomparable, que se ganó la confianza de nuestro héroe a fuerza de escotes y piernas interminables. Pero esa, es otra historia.

Un beso fuckers.


The Internet is fucking awesome. 

domingo, marzo 10, 2013

She's the danger

Indirectas everywhere:

¿Quién es esa Lara Croft y por qué pasas tanto tiempo con ella? ¿Eh, eh, eh?



¿Eh, eh, eh, eh? 


XD

miércoles, marzo 06, 2013

Otacon, esto no es una clase de matemáticas

Me aburro, escribo esto por esa razón.

Vale, en realidad es porque cierta persona está jugando al Ni No Kuni: La Ira de la Bruja Blanca delante de mi y mientras escribo esto no estoy mirando la pantalla y spoileándome (básicamente es la historia de Marco versión Ghibli, con amor y amistad por un tubo).

Las despedidas solo son anuladas por los reencuentros, no puedo escribir cosas personales en el blog en el que colaboro ni en ningún otro, supongo que el lugar adecuado es este. Aquí es donde está todo, tanto lo bueno como lo malo (lo peor es al principio, luego va mejorando la ortografía y todo sale a pedir de Milhouse). Venga, que voy:

Por fin me gusta conducir y soy alucinante al volante (pareado). Vale que solo cojo el coche para viajes largos, vale que no tengo un Ford Fiesta pero joder, por primera vez estoy cómodo. Aún así, le debo mucho al transporte público, yo diría que mis futuros hijos le deben mucho al transporte público. Si algún día algún hijo mío llega a Presidente del Mundo, líder de la resistencia contra las máquinas u otro cargo similar, le obligaré a pronunciar un discurso de duración moderada dándole las gracias al "ente" de los transportes públicos, ya que sin él probablemente no habría podido nacer y el mundo habría quedado a merced de vete tu a saber qué seres maléficos con múltiples tentáculos.

Lo de divagar no lo he perdido. Es más, según dicen es mi rasgo más atractivo después de la habilidad de saber cosas que no me corresponden y las ojeras (esto último lo escribo contra mi voluntad bajo pena de hostia fina).

He pasado de creer en las casualidades a no hacerlo, para después volver a creer en ellas fervientemente como si de una película Disney se tratase. Las personas tendemos a creer en lo que necesitamos en cada momento, por eso el hombre ha inventado dioses a lo largo de milenios.

Hablando de dioses, mi nuevo Dios es un té que venden en la tienda de té más chunga y escondida de la ciudad. Solo con ir allí he mejorado mi sentido de la orientación y mi percepción espacial como si entrenase en una sala especial en la que un día normal equivaliese a un año dentro (si, chiste de Dragon Ball, superior a mis fuerzas).

Tengo unos amigos que no me los merezco, aunque casi ninguno de ellos vaya a leer esta mierda, solo puedo agradecerles el aguante que han tenido conmigo y con mis idioteces hasta que le han podido pasar el testigo a otra persona más cualificada para tratar mi enfermedad mental no diagnosticada. Os habéis adaptado muy bien a mi viaje de ida y vuelta de la adolescencia, posterior madurez y asentamiento en mundo de fantasía de veinteañero. Supongo que podría decirle a mi futuro hijo que os enchufase de vicepresidentes ejecutivos o de oficiales del ejercito de resistencia contra las máquinas, el futuro es incierto.

Parece que es hora de dormir o lo lamentaré, pero antes os voy a comentar algo curioso:

La expresión en inglés "mad as a hatter", en español "loco como un sombrerero", viene de que en los siglos 18 y 19 la fabricación de sombreros implicaba estar continuamente expuesto a mercurio. El hecho de convivir con este elemento, hacía que debido a su toxicidad los sombrereros y los trabajadores de las fábricas de sombreros acabasen envenenados por el mercurio, cuyo síntoma eran la demencia. La expresión se hizo popular para denominar a los locos en la época.

Como bien habréis enlazado si sois personas de bien, el Sombrerero Loco de Alicia en el País de las Maravillas está basado en hechos reales, bueno, más o menos. Esto es una de las muchas anécdotas que puede uno descubrir siendo traductor, hay otras que te quedas con el culo aún más torcido.

Por cierto, el otro día leí que Lewis Carrol era uno de los sospechosos de ser Jack el Destripador. Buscadlo si no me creéis.

Igual escribo algo como no escribo nunca más, tendréis que quedaros con la duda.

Los fabricantes de relojes también sufrían de envenenamiento por mercurio, así como dato.